El BCE ha tratado de hacer que se mueva el dinero, su objetivo era que el dinero se moviese. Las medidas tomadas no fueron unánimes pero se adaptaron de una manera mayoritaria. El Banco Central Europeo emitió un comunicado conjunto en el que sus pronósticos para España eran que no tenía margen de maniobra ni para sacar más deuda pública ni para bajar impuestos. Los tipos de interés se han mantenido pero la facilidad de depósito ha subido una décima, por el hecho de que tengan dinero sin mover los bancos y ésto les acarreará una penalización. El problema es que los bancos prefieren tener una penalización por el dinero apalancado que dar crédito porque no se fían de la gente porque la gente ya no es solvente. La cuestión es que la penalización por tener dinero apalancado se trasladará a la gente y al final el pueblo tendrá que pagar porque los bancos no quieran darles un crédito.
El banco no quiere dar créditos a nadie porque nadie va a poder devolverlos, porque nadie es solvente, y luego sufrirá una penalización económica por ello, por tener el dinero apalancado. Ésta factura al final tendrá que pagarla el ciudadano que verá que los bancos le cobran al final un dinero por no poder darle crédito, cómo siempre que hablamos de estos casos, la cifra será asumible.
El BCE volverá a comprar deuda pública por una cuantía de 200.000 millones de euros al mes, el objetivo es inundar el mercado de dinero pero no se podrá salvar la economía porque la situación es la que es, y ésto se hará hasta que la inflación alcance dos puntos y ahora está en el uno y medio.
Se pretende incrementar la fiscalidad en la zona euro, ésto es: aumentar los impuestos y controlar el gasto público y también pretende el BCE que nos endeudemos más, pero España ya no tiene margen para poder hacerlo.
El Banco de España ha pedido al BCE que se mantengan las políticas monetarias que se hacen en España hasta que la inflación--que ahora está en un punto y medio--alcance los cuatro puntos, es decir: hasta que la gente no pueda soportarlo más.
De esta manera están calibrando y testando el sufrimiento de la población y pueden hacer que las cosas vayan un poco peor en la creencia de que la gente podrá soportarlo un poco más, pero tampoco hay que tentar a la suerte.
El futuro inmediato serán nuevos impuestos, nuevas tarifas bancarias al cliente, subida de los precios de los productos de consumo, inflación y probablemente nuevas reformas que significarán el recorte de las pensiones y el control del gasto público. Y ésto sólo para España.
Fuente: Antonio Múnoz (Ex-banquero y economista)
