Las identificaciones individuales forman una armadura de la personalidad y no nos hacen flexibles. En política el truco consiste que identifiquemos alguna de estas armaduras individuales que nos dan seguridad y arrojo, con lo que somos nosotros mismos. La política observa nuestra propia construcción mental en base a creencias e ideologías y nos las muestra de vuelta en un proceso constatador de nuestra propia idiosincrasia para que de esta manera en forma de aduladores y personajes que te dan la razón como a los locos, nos disolvamos en una pequeña masa que siempre representa lo inculcado y lo aprendido incluso lo heredado. El linaje, la familia, la patria, la clase social, son constructos que nos representan para darnos una identidad y el juego malo es pensar que esta identidad presupone una gran responsabilidad y en consecuencia nos lancemos al proceso de salvadores del mundo, educadores del resto y reformadores sociales. Lo cierto es que nunca somos los mismos ni cada hora ni cada minuto ni cada instante y presupone una gran inteligencia una postura inamovible por el concepto que hemos visto que funciona o que al menos éso nos parece a nosotros. Lo cierto es que si fuéramos de otra manera seríamos de otra forma, y si nos disponemos al cambio la vieja piel de la que nos desprendemos nos avergüenza. Por éso dicen las más elevadas enseñanzas espirituales que debemos perdonar a las distintas versiones pasadas que hemos sido porque no tenían la suficiente consciencia espiritual. En consecuencia ésto significa que el sentido de la vida es asumir que hemos venido todos a aprender siempre y a evolucionar y que hay distintos tipos de seres humanos con diferentes tipos de consciencia, inteligencia mental y emocional, y muy diferentes grados de evolución. DEBEMOS COMPRENDER.
