lunes, 14 de octubre de 2019

PARÁBOLA DE LOS TALENTOS

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Parábola de los talentos

Parábola de los talentos (2013), pintura al óleo sobre lienzo de A. N. Mironov.
La parábola de los talentos es una comparación (mashal) que forma parte del Evangelio de Mateo (25,14-30), y que tiene en la llamada parábola de las minas o parábola de las diez onzas[1]​ del Evangelio de Lucas (19, 11-27) un texto con paralelismos evidentes que ilustra la misma idea.[2][3]​ Los dos evangelios ponen esta enseñanza en labios de Jesús de Nazaret.
En Mateo, la parábola de los talentos se ubica a continuación de la parábola de las diez vírgenes, y forma parte de un largo discurso que tiene por eje principal el tema de la vigilancia con motivo del juicio final.[4]​ El significado de la parábola de los talentos ha sido largamente debatido, particularmente en referencia a lo que la parábola pudo criticar cuando fue pronunciada durante el ministerio de Jesús.[5]​ Sin embargo, la enseñanza fundamental en el marco del cristianismo es clara: que Dios confía sus dones o talentos a los hombres con la obligación de que los desarrollen, que espera una respuesta fructífera por parte de cada hombre,[4]​ y que la inactividad —por miedo,[6]​ exceso de precaución o cobardía,[7]​ pereza, o simple omisión consciente[8]​— en hacer rendir los talentos recibidos es criticada por el propio Jesús.[9]

Versiones de la parábolaEditar

Existen tres versiones de la parábola:[10]
  1. la del Evangelio de Mateo 25, 14-30;
  2. la del Evangelio de Lucas 19, 12-27; y
  3. la del Evangelio de los nazarenos,[11]​ un escrito apócrifo del siglo II.
A continuación se muestran los pasajes que incluyen la parábola de los talentos de Mateo y la parábola de las minas de Lucas. Se remarca en color y negrita aquellas expresiones que implican paralelismos evidentes entre los núcleos de las versiones de esos dos evangelios sinópticos.
Parábola de los talentos

Evangelio de Mateo 25,14-30[12]

14(El Reino de los Cielos) Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: 15a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. 16Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. 17Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. 18En cambio, el que había recibido uno fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. 19Al cabo de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos siervos y se puso a ajustar cuentas con ellos. 20Se llegó el que había recibido cinco talentos y presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.” 21Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; ya que has sido fiel en lo poco, voy a ponerte al frente de mucho. Entra en el gozo de tu señor.” 22Se llegó también el de los dos talentos, y dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.” 23Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; ya que has sido fiel en lo poco, voy a ponerte al frente de mucho. Entra en el gozo de tu señor.” 24Se llegó también el que había recibido un talento, y dijo: “Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. 25Por eso, me dio miedo y fui a esconder bajo tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.” 26Mas su señor le respondió: “¡Siervo malo y perezoso! Si sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí, 27debías haber entregado mi dinero a los banqueros. De ese modo, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses28Quitadle, por lo tanto, el talento y dádselo al que tiene los diez talentos. 29Porque a todo el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. 30Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Parábola de las minas

Evangelio de Lucas 19, 11-27[13]

11Mientras la gente escuchaba estas cosas, añadió una parábola. (Estaba él cerca de Jerusalén, y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro.) 12Dijo, pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y regresar. 13Llamó a diez siervos suyos, les dio sendas minas y les dijo: “Negociad hasta que vuelva.” 14Pero sus ciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: “No queremos que ése reine sobre nosotros.” 15«Cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había confiado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. 16Se presentó el primero y dijo: “Señor, tu mina ha producido diez minas.” 17Le respondió: “¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo insignificante, toma el gobierno de diez ciudades.” 18Vino el segundo y dijo: “Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.” 19Dijo a éste: “Ponte tú también al mando de cinco ciudades.” 20«Vino el otro y dijo: “Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo. 21Es que tenía miedo de ti, pues eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste.” 22Le respondió: “Por tus propias palabras te juzgo, siervo malo. Si sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré23¿por qué no colocaste entonces mi dinero en el banco? De ese modo, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.” 24Dijo entonces a los presentes: Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas. 25Le respondieron: “Señor, tiene ya diez minas.” – 26“Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.” 27«”Y a esos enemigos míos, que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí.”»
La tercera versión pertenece al Evangelio de los nazarenos, y se considera que es la que se diferencia más de la forma que tenía la parábola en su origen.[14]​ En ella se presentan tres siervos:
  1. Un siervo que multiplicó el dinero confiado;
  2. Otro siervo que enterró el talento;
  3. Un tercer siervo, propio del Evangelio de los nazarenos, que dilapidó el dinero con prostitutas y tocadoras de flauta.
El primer siervo recibe la aprobación de su señor; el segundo es solamente censurado; el tercero es metido en prisión. Esta mutación de la parábola que enfatiza la infidelidad del tercer siervo en la vida disipada (cf. Lc 15, 30; 12, 45), tuvo probablemente una intención moralizante en el marco de la Iglesia judeocristiana.[15]

Fuente y tipo de parábola

El talento como medida

Análisis del texto

«A todo el que tiene se le dará...»

Referencias

Bibliografía

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